En medio de
nuestras rutinas diarias, inmersos en las tareas del trabajo, las
responsabilidades del hogar y las constantes distracciones, muchas veces
pasamos por alto algo tan importante como detenernos a agradecer. La gratitud,
es una fuerza transformadora que influye directamente en cómo nos sentimos y en
cómo percibimos el mundo que nos rodea. Esta práctica no se limita únicamente
al ámbito espiritual, sino que también afecta nuestra energía y bienestar
general, porque, como bien se ha descubierto, está comprobado que somos y que todo es
energía (ver referencia 1). Agradecer por lo que tenemos, por los
pequeños momentos de alegría y hasta por los desafíos que nos empujan a crecer,
nos permite reconectar con lo verdaderamente importante. Esta práctica nos saca
de la queja constante, dejando de lado el enfoque de la escasez, y nos dirige
hacia lo que ya tenemos, abriendo espacio para más abundancia en nuestras
vidas.
¿Qué dicen los estudios?
La gratitud
es tanto una emoción como una práctica. Diversos estudios dentro de la
psicología positiva han demostrado el impacto profundo que tiene en nuestra
salud mental. Por ejemplo, investigaciones como la realizada en la Universidad
de California por Emmons y McCullough (2003) han demostrado que quienes
practican la gratitud a diario, tan solo escribiendo tres cosas por las cuales
se sienten agradecidos, experimentan menos síntomas de depresión y estrés en
comparación con aquellos que no lo hacen (ver referencias 2 y 3). Este
simple acto de cambiar el enfoque de nuestra mente hacia lo positivo puede
generar un cambio significativo en nuestras emociones y nuestras relaciones, ya
que nos permite apreciar y reconocer más lo que nos rodea.
¿Cómo influye en nuestra energía?
Si lo vemos
desde una perspectiva energética, podríamos decir que la gratitud eleva nuestra
vibración, alineándonos con emociones más altas como el amor, la paz y la
alegría. Esto nos lleva a considerar cómo una práctica tan sencilla puede
afectar incluso nuestras relaciones interpersonales. La gratitud nos permite
ver a los demás desde un lugar de reconocimiento, fortaleciendo la conexión y
creando un ambiente más armonioso y empático.
Lo cotidiano.
Para
incorporar esta práctica en nuestra vida cotidiana, no es necesario hacer
grandes esfuerzos. Piensa en el simple hecho de comenzar tu día agradeciendo.
Al despertar, en lugar de revisar el teléfono o pensar en las tareas
pendientes, toma un momento para agradecer por el descanso, por tener una cama
cómoda donde dormir o por el nuevo día que comienza. Este pequeño gesto puede
cambiar la manera en que enfrentas todo lo que viene después. Un buen ejemplo
de cómo aplicar la gratitud en situaciones cotidianas y desafiantes, es cuando
llegamos tarde al trabajo porque perdimos el autobús. La respuesta automática
suele ser frustrarse, pero ¿y si en lugar de eso agradeces por tener un trabajo
al que llegar?, ¿por tu capacidad física para moverte y llegar por tus medios a
él? o incluso ¿por ese momento extra en el que escuchaste una canción que te
encanta mientras esperabas el siguiente autobús? Cambiar el enfoque no niega la
incomodidad, pero sí te permite generar una respuesta más consciente y
tranquila, moviendo tu energía hacia un lugar más positivo.
Además, la
gratitud tiene un impacto directo en nuestras relaciones. Cuando agradecemos a
los demás, incluso por gestos pequeños, como una palabra amable o simplemente
su presencia, estamos fortaleciendo los lazos que nos unen. La gratitud actúa
como un puente que conecta y genera un ambiente de confianza, reciprocidad y
bienestar compartido.
Por todo
esto, es evidente que la gratitud es una herramienta poderosa para transformar
nuestra vida. No solo mejora nuestras emociones y relaciones, sino que también
tiene un impacto profundo en nuestro bienestar general. Practicar la gratitud
de manera consciente, a través de pequeños gestos cotidianos, nos permite ver
lo positivo en cada situación, y al hacerlo, también influimos en nuestro
estado emocional y energético.
Todo es práctica.
Te invito a hacer el ejercicio de agradecer cada día. Puedes comenzar por algo tan simple como cambiar tu respuesta cuando te agradecen. En lugar de decir "de nada", que es una expresión que interrumpe la energía de la gratitud (porque, como sugiere, en la "nada" no hay nada), podrías decir "gracias a ti" o "fue un gusto". También, en algún momento del día, trata de agradecer por al menos tres cosas, no importa si son grandes o pequeñas, lo importante es que las reconozcas y sientas el impacto que tienen en tu vida. Con el tiempo, notarás cómo tu enfoque cambia y cómo te sientes más conectado, tranquilo y en paz. Porque, después de todo, la gratitud es una fuente infinita de bienestar y ¿sabes qué es lo mejor de todo? que es gratis.
REFERENCIAS
Referencia 1: https://repositorio.uam.es/bitstream/handle/10486/679504/EM_25_3.pdf?sequence=1
Referencia 2 (en inglés): https://greatergood.berkeley.edu/pdfs/GratitudePDFs/6Emmons-BlessingsBurdens.pdf
Referencia 3 (en español): https://www.bbc.com/mundo/noticias-64105011
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